domingo, 29 de diciembre de 2013

Nuevo número de Des Rails, la revista francesa del imaginario ferroviario


Des Rails, la revista semestral francesa de literatura de tema ferroviario, ya tiene disponible en su web el número 16 correspondiente a diciembre de 2013. Incluye relatos y, especialmente en esta edición, poemas. Puede leerse o descargarse aquí.

Éste es el índice:

Anick Baulard – Train de nuit page 
Gisèle Guertin– Aurélien, chef de gare page 
Claudine Bertrand – L’Amérique sous la neige page 
Françoise Coulmin – On attend le printemps page 
Chantal Danjou – Fragmentation page 
Katia Lemieux – Témoin oculaire page 
Laurent Quessette – Le chemin de fer de Cotonou page 
Thanh-Vân Tôn-Thât – La vie est rapide page 
Skaelenn Baron – Le carnet de Monsieur Séraphin page 
Lucien Francœur – Train de vie page

lunes, 16 de diciembre de 2013

Las historias del AVE de Marta Alòs


Se dice que el tren de vapor y los viajes en los expresos de entreguerras generaban más literatura que los modernos AVE o TGV. No es exacto. Hace cuatro años, la diputada autonómica Marta Alòs, que hacía casi a diario el trayecto en Ave entre Lérida y Barcelona, publicó un entrañable libro de relatos titulado Històries de l’Ave (Historias del Ave).

Los protagonistas, y a menudo voz narrativa, de los dieciséis relatos son pasajeros de distinto sexo, edad y condición, azafatas del tren, dependientas del puesto de periódicos de la estación, aficionados al ferrocarril que pasan las horas en los andenes… Algunos de los relatos tienen una acción mínima, como Juegos de caza, en el que una joven, un rico ejecutivo y la protagonista practican el juego de las miraditas y los signos sutiles. Otros, como El vagón de las quinientas, tienen una dimensión fantástica: la existencia de un coche que vaga por la red ferroviaria y aparece en las estaciones para acoger a quien tiene cara de sufrimiento y proporcionarle una aventura en la selva o una fiesta de lujo. Los ejecutivos chulescos y estresados (La brevedad de la vida) y las ejecutivas autosuficientes (El éxito de la soledad) aparecen como personajes desgraciados al lado del calor humano que desprenden los que aprecian una buena conversación (El poder de la palabra), los que se reencuentran después de años (Dime adiós) o los que contemplan con ojos nostálgicos una estación fuera de servicio (Tiempo de silencio).

El Ave es presentado como un lugar propicio para la comunicación, la aventura, el drama e incluso lo mágico y, en este sentido, Marta Alòs le hace tomar el relevo a los trenes tradicionales como escenario literario. Sus relatos se inscriben de lleno en la tradició europea de la buena literatura de tema ferroviario, de la gótica a la costumbrista, de la erótica a la memorialista. Por todo ello, el libro merece una traducción al castellano.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

El "oataku" de Haruki Murakami


Oataku es la palabra japonesa que designa, no sin un cierto tono despectivo, a los que profesan un apego obsesivo a una afición. El mundo ferroviario está lleno de ellos, los hay en todos los rincones del globo, también en Japón, y Tsukuru Tazaki, el protagonista de Los años de peregrinación del chico sin color (2013, 色彩を持たない多崎つくると、彼の巡礼の年), la última novela de Haruki Murakami, es uno de ellos.
Este es el argumento: Cuando Tsukuru Tazaki era adolescente, se sentaba durante horas en las estaciones para ver pasar los trenes. Ahora, con treinta y seis años, es un ingeniero que diseña y construye estaciones de ferrocarril y que lleva una vida tranquila, tal vez demasiado solitaria. Cuando conoce a Sara, una mujer por la que se siente atraído, empieza a plantearse cuestiones que creía definitivamente zanjadas. Entre otras, un traumático episodio de su juventud: cuando iba a la universidad, el que fue su grupo de amigos desde la adolescencia cortó bruscamente, sin dar explicaciones, toda relación con él, y la experiencia fue tan dolorosa que Tsukuru incluso acarició la idea del suicidio. Ahora, dieciséis años después, quizá logre averiguar qué sucedió exactamente.

El protagonista comparte perfil con los de novelas anteriores: solitario, pulcro, misterioso, con algo pendiente en su interior, con un pie en una especie de realidad paralela. Así describe la voz narrativa la afición de  Tsukuru Tazaki:
Tal vez podría considerarse una afición el hecho de que le encantaran las estaciones de tren. No sabía por qué, pero desde que tenía uso de razón siempre le habían fascinado. Ya se tratara de las enormes estaciones del tren bala, de pequeñas estaciones rurales de una sola vía, o de estaciones para carga y descarga de mercancías, no importaba: todo lo que tuviera que ver con las estaciones le apasionaba.
De niño le fascinaban las maquetas de trenes, igual que a todo el mundo, pero lo que realmente le interesaba no eran las locomotoras ni los vagones construidos hasta el más mínimo detalle, ni las vías que se extendían por complejos entramados, ni los diversos dioramas, sino simplemente las maquetas de estaciones normales y corrientes. Le gustaba mirar cómo los trenes de juguete pasaban por las estaciones, cómo iban aminorando la velocidad hasta detenerse justo delante del andén. Imaginaba el trasiego de los pasajeros, le parecía oír los avisos por megafonía y la señal de partida de los trenes, se figuraba los vivos ademanes de los empleados de la estación. En su cabeza se mezclaban realidad y ficción, e incluso a veces la emoción le hacía estremecerse. Sin embargo, era incapaz de explicar a quienes lo rodeaban por qué le atraían tanto las estaciones de ferrocarril. Y aunque hubiera conseguido explicarlo, lo más probable es que lo hubiesen considerado un bicho raro. En ocasiones, él mismo pensaba que quizá tuviera un lado no muy cuerdo.
¿Qué aficionado ferroviario no se siente identificado o retratado en esta descripción? A unos nos fascinan las locomotoras y los trenes de mercancías, otros añoramos las viejas locomotoras de vapor, un tercer grupo preferirá cazar trenes en lugares remotos y, realmente, a todos nos sería difícil explicar porqué preferimos una faceta a otra. A Tsukuru le fascinan tanto las estaciones que acaba siendo ingeniero y el lector, por ajeno que sea a la afición y al mundo ferroviarios, lo comprende perfectamente después de leer el parrafo reproducido. La clave no está en si a Murakami le gustan o no los trenes, sino en su capacidad, como gran escritor que es, de usar la empatía, destreza clave de su oficio, y ponerse en la piel, la mente y el corazón de sus personajes.


martes, 26 de noviembre de 2013

Trenes rigurosamente poetizados


En 2007, la bióloga, poetisa y cantautora Assumpció Forcada publicó un poemario bilingüe titulado Rails / Raíles. El libro se alineaba con obras anteriores tituladas Hábitat, Ecosistema, Cosmos o Prisma, y con las posteriores Metereología o Tecnología, lo que ya nos da idea de que la autora hace poesía con elementos de la tecnociencia. Raíles contiene poemas con títulos como Vía sin tren, Estación, Catenaria, Furgón, Señal de semáforo o Deflector de piedras hasta un total treintaisiete. He aquí una muestra:

TREN DE CARGA

Lentamente sigues la via de la vida,
como un tren de carga,
que arrastra como puede
los vagones de los años.

Paras en todas las estaciones
para dar preferència
a un tren de gran velocidad
que no para.

Te han dejado sin cafeteria,
sin pasajeros,
hasta el vagón de correos,
està prácticamente vacío.

Poco a poco se comen tu horario,
te van retirando,
hasta dejarte cualquier dia
sin servicio.

TOCA LA CAMPANA

Toca la campana
de la estación de la memòria.
Tienes las vías del tren,
llenas con hierbas de las dudas,
pero tu corazón es la màquina
que late y quema el carbón,
el lastre de los días,
aún llevas ilusiones en los vagones
que quieres compartir.

Assumpció Forcada utiliza los elementos ferroviarios para construir símiles con la naturaleza y el comportamiento humanos, o como escenarios que se ajustan al estado de ánimo o a la experiencia vital del protagonista del poema; un protagonista que nunca es la propia autora, sino una segunda persona del singular a la cual se dirige la voz narrativa. Con el avance del libro, los elementos ferroviarios (campana, furgón, traviesa, catenaria, billete, cambio de agujas, estructura metálica, barrera, báscula) van cobrando significado poético, pero los poemas no logran hacerlos vibrar como lo haría el paso de un tren, quizás porque la autora tampoco parece implicarse ni vibrar con su propia poesía. Una ocasión, un tren perdido.

martes, 19 de noviembre de 2013

Los chicos del ferrocarril llegan a España


Por fin aparece en español la traducción de un clásico de la literatura juvenil y ferroviaria como es Los chicos del ferrocarril (1906, The Railway Children), una de las obra más populares de la escritora británica Edith Nesbit. Ha sido editada por Berenice con traducción de Nuria Reina Bachot.

El argumento de la novela es típicamente eduardiano: Cuando Padre desaparece de forma inesperada, y en extrañas circunstancias, Roberta, Peter y Phyllis y su madre tienen que abandonar su feliz y holgada vida familiar en Londres para ir a vivir a una pequeña casita en una aldea en el campo. Allí los niños encuentran entretenimiento en una cercana estación de ferrocarril y hacen amistad con el mismísimo Jefe de Estación, con Perks el Mozo y con el intrigante Anciano Caballero, que les saluda puntualmente desde el tren de las 9:15. Pero no logran olvidar el misterio que ha producido tantos cambios en su vida. Madre no quiere decir nada y los chicos saben que es mejor no preguntar pero ¿dónde está Padre? ¿Volverá algún día?

En Inglaterra se han hecho diversas versiones teatrales, televisivas y para la gran pantalla. La BBC hizo una serie en el año 1951, existe una versión para el cine de 1970, dirigida por Lionel Jeffries para EMI y otra de 2000 firmada por Catherine Morshead como telemovie de Cralton Television.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

La ternura en el metro de NY según Matt Weber


El fotógrafo neoyorquino Matt Weber se enamoró de la ciudad y de las gentes de Neva York cuando trabajaba de taxista y su posterior obra como fotógrafo es un testimonio de la belleza de la ciudad, pero también de la gente que sufre en ella. A lo largo de treinta años de trayectoria artística ha firmado sucesivos reportajes sobre los sintecho, la pobreza, la violencia y la exclusión social, pero nunca ha dejado de tomar instantáneas de las parejas que flirtean y se besan en los espacios públicos. Uno de los escenarios preferidos de Weber es el metro y a esta serie corresponden estas tres fotografías. Para saber más sobre el fotógrafo y su obra puede visitarse http://weber-street-photography.com/.



domingo, 20 de octubre de 2013

De la influencia de la prensa feminista comprometida sobre la vida cotidiana


Así reza el pie de esta postal de época ambientada en un coche de ferrocarril, pero las apariencias engañan porque se trata de una creación actual de la editorial suiza Plonk and Replonk. La imagen ironiza sobre las postales de estética semejante de principios del siglo XX, cuando las sufragistas eran el blanco de la burla de muchos dibujantes e ilustradores, hombres, naturalmente.

Los guiños no acaban aquí porque esta postal imita con fidelidad el aire de las series de fotografías que contaban pequeñas historias a modo de fotonovela, a menudo en verso. En Francia las llamaban cartes de fantasie y una de estas series, la tomada como modelo por Plonk and Replonk, titulada En wagon, con textos de Marcel Houjan y editada por Phototypie A. Bergeret et Cie de Nancy (Francia) en los primeros años del siglo XX, transcurre en el interior de un coche de segunda de compartimentos aislados. He aquí las postales 1 y 9 de la serie, con la correspondiente traducción:


En un vagón de segunda clase
Tomé plaza una hermosa  mañana
Frente a una carita bonita;
Y mientras mi desconocida
Bajó la mirada ingenua
Yo lo admiraba sigilosamente.


Yo defendí tan bien mi causa
Que mi bella, sonrojada,
Dejó con una sonrisa encantadora
Y una mirada llena de ternura
caer mi alma en la embriaguez,
Y yo la atraje triunfante.

Con lo visto y leído uno ya se hace a la idea de la estética y la mentalidad del momento... sobretodo si sabemos que la postal décima y última proclama: "Desde entonces viajamos juntos, / Esto es natural, me parece, / Porque ella es mi esposa ahora." Aunque el final sea moralista porque los tiempos lo requerían, el tema de la colección de postales es un clásico: la oportunidad de galanteo que ofrece el coche ferroviario, y éste es un tema que nació con el mismo ferrocarril y que sigue vigente en la literatura y el cine actuales. 

martes, 8 de octubre de 2013

El primer chispazo de un romance ferroviario


El primer capítulo de la novela Pilar Prim (1906) de Narcís Oller transcurre en un viaje en tren entre Barcelona y los Pirineos. Los párrafos iniciales describen muy bien los usos de la época, como vestir un guardapolvo al viajar en tren, usar el servicio durante el viaje o la existencia de compartimientos para mujeres solas:


La primera cosa que buscó Deberga al entrar en el muelle de la Estación del Norte fue un compartimiento vacío; y ya desesperaba de encontrarlo, y a punto estaba de meterse, enojado, en uno de los que menos gente contenía, cuando, haciéndole notar su criado que el conductor retiraba la placa de un reservado de señoras, corrió a meterse en él. Era medianos de julio, el cenit de la escapada estival de los barceloneses. El tren rebosaba de viajeros. Encontrar un compartimiento vacío donde poder tumbarse era sacar la lotería. Satisfecho del descubrimiento, puso en la red la bolsa de mano que llevaba, se endosó el guardapolvo, encendió un cigarrillo, se tumbó en el diván de utrecht rojo y abrió el periódico para adormecerse mejor.

Pero no viajará solo: la joven viuda Pilar Prim se instala con su hija de diecinueve años y su hijo menor en el compartimiento que ocupa el apuesto Marcial Deberga y se inicia el juego del interés y las miradas

Salió el tren de su cueva negra, avanzando con brío por las soleadas huertas del Vallés y entonces los compañeros de viaje se saludaron con frialdad, abrieron libros y periódicos, y pasaron ratos examinándose mutuamente, ya por encima de las hojas que no leían, ya a través de la tenue trama de pestañas que a menudo, contra su voluntad, el fulgor del sol les hacía cerrar.
–Es bien guapo –dijo al cabo de media hora la joven a la oreja de la mayor.
–Mucho –afirmó Pilar repasando, con toda la minuciosa observación de mujer, las facciones del aludido.
(…)
–¡Buena jembra! –exclamó, para sí, aquel sátiro ciudadano, formulándose la impresión en andaluz bien marcado. Y estuvo un rato hechizado, extasiado en la contemplación de aquella mujer.

El autor capta a la perfección el impulso instintivo, el chispazo de interés que se produce entre los viajeros y que acabará propiciando el romance que centra el argumento de la novela. Desde la misma aparición del ferrocarril, la literatura esta llena de aventuras nacidas en el acogedor anonimato de las estaciones y los trenes, pero en este capítulo inicial, Oller combina como pocos la descripción casi costumbrista del viaje con los sutiles inicios del romance.   




martes, 24 de septiembre de 2013

Fotografía de moda en el tren



Entre estas dos fotos han pasado treinta y seis años. 
La primera se publicó en el número de julio de 1976 de la revista Vía Libre, que incluía un reportaje titulado “Un tren especial de Renfe convertido en pasarela para modelos de alta costura”. Un recuadro destacaba que: “Tres conocidos modistas, una casa de joyería y otra de peluquería hicieron posible a NO-DO y TVE una espectacular filmación". Pedro Rodríguez, Conchita Vilamitjana y Moda del Sol eran los diseñadores que presentaron sus colecciones. El tren efectuó el trayecto entre Madrid-Chamartin y El Escorial con algunas paradas para que los reporteros hicieran su trabajo. 
La segunda, del número de febrero de 2010 de la revista Vogue, pertenece a un reportaje que era presentado así: “La supermodelo Natalia Vodianova se empareja con el magnate de la música, Sean Diddy Combs, para un romance torbellino en una estación de tren. Diddy y Natalia se retrotraen a la época dorada de los viajes en tren, cuando viajar significaba trajes glamurosos, dormir en coches cama y besos de despedida en la estación”. Los textos del reportaje recrean el mundo ferroviario antes de referenciar, no olvidemos que éste es el objetivo del artículo, el modelo, el confeccionista y el precio de cada pieza vestida por el magnate y la modelo.
Han pasado los años y el tren sigue siendo un escenario apetecible para los fotógrafos de moda. Con esa leve y como no querida capa de erotismo que caracteriza su fotografía, han encontrado en trenes y estaciones un plató adecuado, sin duda porque el ferrocarril lleva la impronta de ser un escenario que invita a la aventura.

sábado, 17 de agosto de 2013

Una aventura en el tren - Jordi Valor

El protagonista del relato Una aventura en el tren (1953) del escritor valenciano Jordi Valor toma, en 1930, el tren descendente de Jaca que hace parada en Huesca a las 18:30 y llega a Tardienta para enlazar con el expreso a Barcelona procedente de Madrid.

El vagón era antiguo. Cada compartimiento tenía puerta al exterior sin poder recorrerse el coche, es decir, que íbamos enjaulados como gallinas, y hasta el revisor había de salir por la portezuela y por el estribo y, agarrado a las ansas del subidor, pasar al compartimiento de al lado cuatro o cinco veces por cada vagón.
(…)
En el último momento ya sonaba la campana del jefe de estación dando la salida cuando llegó una señorita rubia con una pesada maleta que introdujo en nuestra “jaula”.

El protagonista ayuda a la joven con el equipaje y le ofrece por dos veces su asiento, que ella rechaza, aunque

lo único que hizo fue rogarme que le dejara el periódico que llevaba en el bolsillo para ponérselo bajo los pies y descalzarse los zapatos de alto tacón que le fatigaban los pies: así no se ensuciaba las medias de seda con la porquería del suelo entarimado y carbonoso y las cáscaras de cacahuete, las pieles de altramuz y los huesos de dátil.

A los pasajeros del tren, aquel descalzarse les parece un acto de sinvergüencería, pero para el protagonista es el anuncio de un sutil juego erótico que se producirá cuando, al coincidir de nuevo al tomar el expreso de Barcelona, la joven hará por manera que acepte hacerse pasar por una pareja de recién casados a los ojos de un tercer viajero que entabla conversación con ellos. El juego incluirá conversación cariñosa, monerías, tentempié a modo de cena, las alabanzas del tercer viajero ante una pareja feliz y breves y cariñosos tomarse del brazo, todo ello narrado con una prosa brillante, eficaz y sugerente.

El relato nombra las estaciones por las que pasa el expreso y que marcan distintos momentos del sutil y pícaro juego del fingimiento: Cariñena, Selgua (donde enlaza con el ferrocarril de Barbastro desaparecido en 1985), Monzón, Lérida, Mollerusa, Manresa, Tarrasa, Sabadell… hasta rendir viaje en la Estación del Norte de Barcelona. Una vez allí, la chica apaga cualquier ilusión que se hubiera hecho el protagonista con un: “adiós, hasta nunca”. Un billete en el bolsillo será el único recuerdo de la aventura.


Este relato fue publicado en 1981 por la  Editorial Prometeo en la colección "El Conte del Diumenge"

jueves, 1 de agosto de 2013

Un emperador destronado y atrapado en los trenes


Carlos de Habsburgo se vio convertido en emperador del Imperio Austrohúngaro a raíz del asesinato en Sarajevo del sucesor del káiser Franz Joseph, magnicidio que fue el detonante de la Primera Guerra Mundial y el consiguiente fin del imperio. El tren fue el escenario de su partida al exilio a través de la frontera autrosuiza y también el de su segundo intento de restauración en la corona húngara. La literatura ha recogido este final que, como todos los finales de aquellos que han vivido con poder en medio del lujo, resulta muy dramatizable. Por lo que se refiere a la marcha del emperador destronado, en Stefan Zweig encontramos una referencia de primera mano muy reflexiva, mientras que en Lajos Zilahy la marcha al exilio del kaiser ya es materia novelística con muchos tintes irónicos.

El mundo de ayer (1941) de Stefan Zweig son unas memorias clave para comprender el riquísimo mundo cultural de la miteleurope de antes de la Segunda Guerra Mundial; están llenas de nostalgia por el imperio austrohúngaro perdido y de temores por la Europa que pueda resultar del nazismo. En ellas se describe como, el 24 de marzo de 1919, al regresar a Austria acabada la guerra, el autor se cruza en la estación fronteriza de Buchs con el tren que lleva al kaiser Carlos I al exilio.
Lentamente, casi diría mayestáticamente, entró el tren en la estación, un tren especial: no eran los vagones de pasajeros habituales, avejentados, descoloridos por la lluvia, sino unos vagones negros y anchos, un tren salón. La locomotora se detuvo. Un nerviosismo perceptible agitó a los que esperaban y yo no sabía aun porqué. Entonces reconocí, en pie detrás del cristal, al emperador Carlos, el último emperador de Austria, y a su mujer, la emperatriz Zita, vestida de negro. Me estremecí: el último emperador de Austria, el heredero de la dinastía Habsburgo, que había gobernado el país durante setecientos años, abandonaba su imperio! (…) El emperador: esta palabra había sido para nosotros la quinta esencia del poder y de la riqueza, el símbolo de la perpetuidad de Austria, i habíamos aprendido a pronunciar estas cuatro sílabas con respeto. Y ahora veía al último emperador de Austria expulsado de su país. (…) Finalmente, el revisor dio la señal. Todo el mundo se sobresaltó involuntariamente. Empezó un segundo irrevocable. La locomotora arrancó con una fuerte sacudida, como si también ella se tuviera que esforzar, y el tren se alejó lentamente.
En Los Dukay, el novelista húngaro Lajos Zilahy recrea el viaje de la pareja imperial hacia el exilio des del punto de vista de los escrito en su diario por una incondicional y enamorada aristócrata húngara que les acompaña:
Yo estaba sentada en la silla del revisor, en el pasillo. Quería estar sola con mis pensamientos porque no podía soportar por más tiempo las lamentaciones de la condesa M. A poco salió de uno de los compartimientos un guardia de corps y abriendo la ventanilla respiró el aire frío y lluvioso. Con botas de gala hasta las rodillas, con rutilante uniforme bajo su capote de piel de leopardo, parecía un pesado candelabro de oro que el asustado rey podía agarrar mientras se hundía en las negras olas, si bien sólo le hubiera servido para hundirse más de prisa.La puerta de otro compartimiento se abrió y salió la institutriz. Al franquear el obstáculo del guardia de corps, que seguía sorbiendo el aire de la noche, vi dos diminutos orinalitos que se utilizaban para las necesidades fisiológicas de los reales chiquillos. Desapareció en dirección a los lavabos.¿Hacia dónde nos dirigíamos y con qué fin en la noche oscura? Comencé a sentir una infinita piedad por el rey. Las lágrimas me ahogaban mientras trataba de analizar cuál era el sentimiento que mi corazón experimentaba hacia él. Pero el rey no lo oía. Seguía inmóvil en su compartimiento, con sus dos manos sobre las rodillas y la mirada en el espacio.
La misma novela, también mediante el diario de la aristócrata, narra el segundo intento de restauración, que se produjo con una infructuosa marcha de cuatro trenes militares sobre Budapest. Uno de los fragmentos recrea la misa de campaña que se celebró durante el trayecto; a ella corresponde la fotografía, en la que puede verse la pareja real arrodillada sobre los railes a la derecha de la imagen.
Pero pronto, a las ocho, llegaron noticias inquietantes; la infantería disparaba contra el tren real desde las colinas circundantes. El rey se resistía a dar una orden de ataque porque quería evitar el derramamiento de sangre. Se llamó a un sacerdote para que recibiese la confesión del rey en el despacho del jefe de la estación. Esto requirió bastante tiempo. Después quiso ir a la población y oír misa, pero fue imposible porque el camino que llevaba a la iglesia estaba ya bajo el fuego. Ordenó, por consiguiente, que se dijese una misa de campaña a lo largo del tren. Pero todo esto requirió mucho tiempo porque fue difícil encontrar una campanilla, vino de mesa, un cáliz y una cruz. Durante la misa estuvo arrodillado al lado de la vía sobre el barro. Los oficiales se roían las entrañas de rabia porque a cada momento llegaban noticias de que las fuerzas enemigas iban ocupando los puntos estratégicos.



miércoles, 3 de julio de 2013

Cubiertas con trenes II

El amante del ferocarril, cuando entra en la sección de novela de una librería y ve una portada con un tren, se precipita sobre el volumen esperando encontrar una buena historia ambientada en el mundo del ferrocarril, pero esto no siempre ocurre. El ferrocarril ha dado lugar a frases hechas ("perder el tren", "vías paralelas") y es utilizado a menudo por los autores para dar título a sus obras aunque en ellas no aparezca ningún tren o, a lo sumo, un brevísimo viaje en él sea el desencadenante de la narración. Es el caso de estas portadas:




Nunca se sabe


Cambio de agujas





lunes, 17 de junio de 2013

Locomotoras i autómatas steampunk



Ácronos es el título de una antología de relatos steampunk publicada en enero de 2013 por la osada y heroica editorial Tyrannosaurus. Entre las quince piezas pueden encontrarse dos ambientadas en el ferrocarril del Far West o, mejor dicho, en la recreación steampunk del lejano oeste; ¿recuerdan la película Wild Wild West (1999)?, pues es este entorno.

En el relato Búfalo Black, Paulo César Ramírez hace aparecer un autómata a vapor en las obras de construcción de un tranvía.

Un gigante de hierro de 9 pies capaz de hacer el trabajo equivalente a 22 hombres en una hora. Una máquina de hacer caminos ferroviarios. Toma el metal, las tablas de madera, las estacas y martillea. No sabe hacer más, es un autómata. Chilla y expulsa vapor cada cuatro horas, como exigiendo alimento. Aún así es más barato que alimentar a los trabajadores.

El rayo de una tormenta pone en marcha al autómata de manera descontrolada y el relato deriva hacia el enfrentamineto entre el hombre y la máquina antes de entrar en otros terrenos.

En el mucho más logrado Viaje a California de Luis Guallar, Alistair, un autómata en pleno proceso de tomar consciencia de su ser y sus potencialidades, logra engañar a los humanos durante su viaje en tren para ver el mar. El maquinista del tren es otro autómata a vapor integrado en los mecanismos de la locomotora:

Sobre la vía, a nuestro lado, el tren reposaba, aunque el maquinista parecía impaciente. No era humano, por supuesto; ni siquiera era un autómata: la propia locomotora, una enorme máquina negra y dorada, rematada con una pequeña multitud de chimeneas de bronce que escupían un humo blanco, terminaba en una enorme cara metálica, una tosca y pobre imitación de un rostro humano que cubría todo el frontal del aparato Sus oios. que a diferencia de los de Alistair no eran fijos, se movían de un lado para otro.
-Por favor, vuelvan a subir -protestaba con su boca móvil que, aunque se mantenía bien engrasada, gruñía debido al polvo que había ido acumulando durante el trayecto-. Hemos de proseguir el viaje.


La ilustración de esta entrada, que da buena idea de como debemos imaginar-nos un autómata descontrolado y una locomotora steampunk, fue realizada en 2009 por el infoartista polaco Marcin Jakubowski y lleva por título Titanomaquia: La caída de Hyperión.


jueves, 6 de junio de 2013

Terror en el tren de la medianoche


Terror en el tren de medianoche (1980), dirigida por Manuel Iglesias, es una de aquellas películas que, como no podía ser de otra manera, pasaron sin pena ni gloria y que, al cabo de los años, puede tener una nueva lectura, ni que sea como un ejemplo del tipo de cine de bajo presupuesto que se realizaba en aquellos tiempos, mezcla de destape, terror, costumbrismo e intento de encontrar nuevos lenguajes fílmicos.

Un tren fantasma transita por un pueblo minero cada vez que muere un vecino, fenómeno que tiene al pobre jefe de estación un poco asustado. El cura del pueblo, que le repite que es mejor dejar a los muertos tranquilos, no le hace mucho caso y le da la murga con que se case con la dueña del bar con la que se entiende. Pocos actores, pocos decorados, poco presupuesto y pocos trenes, pero interesantes.

La película fue rodada en la asturiana estación de Lieres, por la que vemos circular cercanías de la línea FEVE Oviedo - Santander. El tren fantasma está formado por una locomotora de minas (030WT Henschel de 1909 preservada) y un único coche de madera en el que el jefe de estación descubrirá que viajan los muertos del pueblo antes del final que no revelaremos.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Nuevo número de Des Rails


Des Rails, la revista semestral francesa de literatura de tema ferroviario, ya tiene disponible en su web el número 15 correspondiente a abril de 2013. Incluye relatos, poemas y fotografías. Puede leerse o descargarse aquí.

lunes, 13 de mayo de 2013

Figuras ante la ventanilla del tren



Entre la treintena de aguafuertes que ha presentado la artista plástica Berta Oromí en la sala Arena de Barcelona, destaca la titulada Abril (2012 - aguafuerte, agua-tinta y acetato coloreado) por cuanto retoma un tema clásico en la pintura de interés ferroviario: dos figuras sentadas frente a frente en los asientos de ventanilla de un coche.



En 1862 el inglés Augustus Egg pintó The Travelling Companions durante una de sus estancias en el sur de  Europa aconsejadas por su precaria salud. Es una obra desconcertante, en la que el tratamiento del ropaje nos recuerda la actividad del autor como diseñador de vestuario teatral, y en la que la simetría de los vestidos juega con la simetría habitual en los compartimientos ferroviarios; eso ha propiciado todo tipo de interpretaciones, incluida la de que representa dos estados o actitudes de una misma persona. Nótese que ninguna de las dos figuras mira por la ventanilla; una duerme, la otra lee, el paisaje costero de la Provenza es solo un fondo.



Los personajes de Frederik Cayley Robinson en Long Journey (1923) tienen una actitud distinta, mientras el hombre mira por la ventanilla interesado en el tren que circula por el fondo del paisaje, la joven mira al pintor como quien mira a una cámara. El coche es simétrico como el anterior, son las figuras, sobretodo la presencia de la niña pequeña, las que rompen la simetría. Han pasado sesenta años entre las dos pinturas, los trenes británicos han cambiado de aspecto y los dos autores lo han reflejado.

El coche del aguafuerte de Berta Oromi es actual, pero menos identificable que los anteriores, puede pertenecer tanto a un cercanías como a un regional. Los detalles que han reproducido Egg y Robinson, como las cortinas, los tiradores o el mecanismo de sujeción de la ventanilla, han desaparecido: ahora los trenes son más lisos y austeros, no hay una puerta en cada compartimiento. Pero eso no es todo, la mirada de Oromí  no se interesa tanto por el ferrocarril como por las adolescentes viajeras. Ahora las dos figuras contemplan por la ventanilla el paisaje idéntico y cambiante por excelencia: el mar. Lo importante no es ni el ferrocarril ni el paisaje, sino la actitud. La mirada de los personajes y la mirada de la artista se acumulan; el círculo se cierra.

lunes, 6 de mayo de 2013

Bahnwärter Thiel (1888, Guardavías Thiel) de Gerhart Hauptmann

Más allá de los aspectos ferroviarios que se transcriben en la sección Al hilo del número de mayo de Vía Libre, la novela corta Bahnwärter Thiel (1888, Guardavías Thiel) de Gerhart Hauptmann, tiene un lugar relevante en la literatura alemana. Suele estar incluida en las antologías literarias y es de obligada lectura para los estudiantes germanos, su adaptación teatral es popular entre los cuadros escénicos de los institutos y en estos meses está en cartel en el teatro Gorki de Berlín una puesta en escena profesional, que combina actores, videoarte y bailarines, de la que puede verse el avance aquí.



La clave está en el hecho de que esta narración va más allá del naturalismo del momento para adentrarse de manera precoz en el terreno del psicoanálisis, como puede verse en el pasaje cumbre de la obra, el que pone al lector ante la clave del proceso de locura de Thiel cuando éste es incapaz de reaccionar al sorprender a su esposa maltratando a su primer hijo:
Por un momento, pareció como si hubiera tenido que re­primir con todas sus fuerzas algo terrible que en él se levantaba; luego se impuso la flema de siempre en su semblante, tenso, animado extrañamente por el ardor de un furtivo destello de sus ojos. Durante unos segun­dos, paseó su mirada por los fornidos miembros de su mujer que, con el rostro vuelto, iba de aquí para allá, tratando todavía de serenarse. Sus pechos abultados, semidesnudos, se hinchaban de cólera, amenazando con hacer saltar el corsé y sus vestidos recogidos hacían sus anchas caderas más anchas aun. Parecía salir de esta mujer una fuerza invencible, irresistible ante la cual Thiel se sentía inferior.


Ahora, los fragmentos ferroviarios cobran un nuevo significado, el tren se convierte en un símbolo más cercano a Zola que a Dickens, pero, ante todo, inscrito en la tradición alemana de asimilar el ferrocarril con los monstruos de sus sagas:
Una oscura humareda se estiraba a lo lejos sobre la línea, y el viento la empu­jaba hasta el suelo. A sus espaldas percibió el jadeo de una maquina que resonaba como la respiración fatigosa y vacilante de un gigante enfermo. Una fría penumbra se extendía sobre aquel paraje. Al poco rato, al esfumarse la humareda, reconoció Thiel al tren del balasto.

jueves, 18 de abril de 2013

Viajar en tren, tango

Una y otra estación;
cada estación un pueblo,
cada pueblo un andén,
cada andén un recuerdo.

Esta es la primera estrofa del tango Viajar en tren, letra de Jorge E. Padula Perkins y música de Julio Rolon.
Escúchenlo, vean las imágenes con que los autores lo han ilustrado y encontrarán en él evocaciones de lo que escribió Vicente Blasco Ibáñez en La tierra de todos (1922) sobre el vínculo entre el ferrocarril y la construcción de Argentina:
"En el viejo mundo se creaban al principio las poblaciones, y después se construían para ellas los ferrocarriles. En esta tierra nueva ocurría lo contrario. Primeramente se habían tendido los rieles a través del desierto; después, de cincuenta en cincuenta kilómetros, se creaba una estación, formándose un pueblo en torno a ella".
Es precisamente en uno de estos pueblos nacidos con el ferrocarril que está ambientada la película Kilómetro 111, dirigida en 1938 por Mario Soffici, a la que este tango le vendría muy bien como banda sonora.
Sólo se construye arte enraizándose en la tradición, y el tango Viajar en tren es un buen ejemplo de esta máxima.


Escúchenlo... y sigan la letra.
Una y otra estación;
cada estación un pueblo,
cada pueblo un andén,
cada andén un recuerdo.

La máquina veloz
se alimenta voraz;
serpiente de metal
que deglute durmientes
sin cesar.

Una y otra estación,
cada una un jalón
de un destino final
y a la vez, un destino.

Paralelos sin fin
los rieles cortarán
el campo y la ciudad,
espacio interurbano
y agonal.

Una y otra estación;
cada una un cartel,
una historia, un ayer
y un curioso presente.

Una valija aquí,
un bolso más allá,
por influjo del tren
cada día llegarán
al andén.

Una y otra estación,
cada una un lugar
desde donde partir
e iniciar el camino.

Ventanilla y adiós.
Abrazo y ansiedad,
cuando marca el reloj
la hora de partir
o llegar.

Una y otra estación;
cada estación un pueblo,
cada pueblo un andén,
cada andén un recuerdo.

sábado, 13 de abril de 2013

Noche fantástica (1943) de Luís Marquina


Luís Marquina optó por situar la secuencia inicial de Noche fantástica (1943) en el coche restaurante para presentar a los personajes mientras cenan antes de que un incidente les obligue a pernoctar en el pueblo más próximo, donde se desarrollará la acción. Los diálogos no tienen desperdicio, y más si tenemos en cuenta que es una película rodada y ambientada en la España de los años más grises y tristes de la posguerra. 



lunes, 18 de marzo de 2013

Anna Karenina, amor y muerte en el tren.


En el aficionado ferroviario, cada nueva versión de Anna Karenina despierta el interés de ver como se ha tratado la crucial presencia del ferrocarril. En la versión de Joe Wright (2012, estrenada en España este pasado fin de semana), con guión de Tom Stoppard, el interés aumenta por cuanto el director presenta la acción narrativa a través del tamiz del teatro.

La novela de Liev Tolstoi refleja la importancia que tuvo el establecimiento de la línea entre Moscú y San Petersburgo, tanto por el avance técnico que supuso, como por la vida social que facilitó y promovió. La acción se inicia con el viaje en ferrocarril de Anna desde San Petersburgo hasta Moscú para mediar en la crisis conyugal de su hermano. En este primer viaje, entrará en conversación en el tren con la madre del conde Wronsky y será en la estación Nikolevski al norte de Moscú donde los amantes se verán por primera vez. En un encuentro nada accidental en una pequeña estación intermedia, se dejarán llevar por su pasión, y durante el resto de la acción de la novela harán constantes viajes entre las dos ciudades escenario de sus amores.

En una puesta en escena en la que los decorados cambian a la vista de actores y espectadores, y en la que una puerta interior puede dar acceso a un campo helado, resulta brillante el recurso de explicar con un tren eléctrico de miniatura el viaje en expreso que cubría en unas 15 horas los 650 kilómetros que separan las dos ciudades. Los andenes, las cubiertas y los trenes que entran y salen de las estaciones tienen un buscado efecto de decorado teatral.


En dos momentos de la cinta aparece una toma de las ruedas motrices con sus bielas y manivelas en movimiento, y en los dos casos son premonitorias de la muerte, la del empleado ferroviario y la de la protagonista; porque en Anna Karenina, el amor está vinculado al tren, pero también la muerte. En la escena del suicidio de la protagonista, el director hace hablar a los decorados: el tren al que se arroja Anna es el mismo tren de atrezzo con el testero cubierto de nieve que ha aparecido en la escena de feliz encuentro en la estación: sobran las palabras, hablan las imágenes. 


lunes, 11 de marzo de 2013

El Robinson del metro (Slake's Limbo)


Probablemente no habría leído el relato Slake's Limbo (1974) de la escritora californiana Felice Holman si no fuera porqué la traducción que cayó en mis manos en una librería de viejo se titulaba El Robinson del metro (1982). Esta obra, dirigida al público adolescente y que en 1989 fue llevada a la pequeña pantalla con el nada original título de Runaway, narra la huida a los túneles del metro neoyorquino de un chaval de trece años, demasiado débil i cegato para ser aceptado en las bandas callejeras, y que lleva siempre un billete en el bolsillo para poder refugiarse en el metro cuando a las pandillas les da por divertirse cazándolo. En una de sus desesperadas huidas, descubre una cavidad  en un túnel de Grand Central Station y decide quedarse ahí. Sobrevivirá revendiendo periódicos y barriendo un bar durante cuatro meses hasta que se produce un desprendimiento estructural junto a su escondrijo. En paralelo, se narra la historia de un conductor del metro que siempre ha deseado ser pastor de ovejas en Australia y cuyo sueño se aleja con cada quilómetro de vía recorrido. Las dos historias confluyen en el tramo final.

Se trata, pues, de un relato ambientado completamente en la red del metro de Nueva York. Aprendemos la señalización con los ojos del protagonista, con él vivimos el palpitar de las estaciones y descubrimos los vericuetos de la inmensa red subterránea. Al tiempo que vamos  conociendo las aspiraciones del conductor, le acompañamos en su trabajo rutinario y repetitivo, pero en el que no puede bajar la guardia, y descubrimos las singularidades del trazado de la línea y los trucos de su oficio.

No desvelaremos el final de las dos historias paralelas, ni nos detendremos en las facetas morales y educativas, que las tiene, pero lo recomendaremos porque es uno de estos relatos para adolescentes que satisfacen a todos los públicos, incluso al de los aficionados ferroviarios.

domingo, 17 de febrero de 2013

Dieselpunk ferroviario



El dieselpunk es un subgénero artístico retrofuturista que toma la estética de las realizaciones industriales art deco de los años 20 del siglo pasado y la utiliza para elaborar relatos, ilustraciones y películas. Son obras cargadas de nostalgia en las que se recrea un futuro en el que los paradigmas añorados aun están vigentes. La película Sky Captain and the World of Tomorrow (2004) se inscribe de lleno es este subgénero.

El artista ruso Alexey Lipatov es el autor de la ilustración Llegada a utopía que encabeza esta entrada y da perfecta idea de la estética diselpunk aplicada al ferrocarril.  Los aficionados al dieselpunk, cuando miran el ferrocarril, quedan fascinados con las formas de los streamliners americanos (20th Century Limited, M-10000 de la Union Pacific, Zephyr de la Burlington) y especialmente con los diseños de Henry Dreyfuss, pero también con los intentos alemanes e italianos. Curiosamente, suelen incluir fotografías en blanco y negro de los Talgo 1 y 2 en sus colecciones.

Este fenómeno pulp ha llegado a tomar tal cuerpo que, para celebrar el 175 aniversario de los ferrocarriles alemanes, la operadora Arriva maquilló de dieselpunk una de sus locomotoras Taurus con la colaboración de Roco.


sábado, 2 de febrero de 2013

Grand Central Terminal en el cine


Los cien años de la Grand Central Terminal son un buen momento para recordar algunas de las múltiples películas y series que la han utilizado como escenario. El mítico trayecto en tren del protagonista de North by Northwest (1959, Con la muerte en los talones) parte de esta estación, que ha sido utilizada también en Cotton Club (1984),  la versión de 1987 de The Untouchables (Los intocables) o Men in Black II (2002, Hombres de negro II) por poner ejemplos de géneros distintos.  

Una película de 1942, Grand Central Murder (La mujer que mintió), basada en una novela de Sue MacVeigh, merece especial atención porque, al hilo de la investigación de un detective sobre la muerte de una actriz cuyo cadáver es hallado en un vagón de tren en la terminal, la cámara se recrea en sus vías, andenes y centro de control de tráfico.

En la serie televisiva CSI New York, en el segundo episodio de la segunda temporada Grand Murder at Central Station (2004, Asesinato en la estación central), un título que obviamente recrea el de la película de 1942, los agentes investigan el asesinato de un cirujano plástico  al que han echado ácido en la cara en la estación termino en plena hora punta. Al producirse el ataque, la multitud que rodea el cirujano huye despavorida al verle caer aullando con las manos en la cara. En el escenario del delito, los policías se preguntan porqué nadie parece haber visto lo sucedido: “Crimen entre la multitud,” dice Mac, “dos mil ojos, ningún testigo.”

jueves, 10 de enero de 2013

Llega La douce de F. Schuiten



El álbum La douce del dibujante y guionista belga François Schuiten ha sido publicado en castellano (La doce) por Norma Editorial. El protagonista, León, es un maquinista que ama a su 12004, una 2-2-1 en vías de retirada del servicio, con la misma pasión y conocimiento que Lantier, el personaje de Zola, ama a su Lison. Aquí tenemos un primer referente del cómic, La bête humaine, pero el mundo del que está desapareciendo la tracción vapor, aunque guarda la estética de la Europa de los años cincuenta, es una especie de retrofuturo en el que el nivel de las aguas sube constantemente y la alternativa a la red ferroviaria es una malla de teleféricos que transportan mercancías y pasajeros entre las ciudades. Una extraña muchacha muda, recolectora de metales, acompaña a León en su aventura por recuperar su doce.
Para la locomotora protagonista, el autor ha tomado como modelo las Atlantic que el ingeniero francés André Huet carenó en la década de los 30 del siglo XX para conseguir una velocidad y un ahorro de carbón más que notable. El álbum se completa con una detallada descripción de la locomotora, su implantación y retirada de servicio, incluida la curiosa anécdota de la preservación del ejemplar que se restauró con motivo del 150 aniversario de los ferrocarriles belgas.

martes, 1 de enero de 2013

Modelismo con leyenda

El maquetista Vicent Ferrer construyó un diorama de un ferrocarril minero que incluía el trazado, el edificio de administración, el depósito de las locomotoras, las tolvas de carga de los vagones e incluso una estructura en voladizo para cargar el mineral en las bodegas de los barcos. Hasta aquí, la noticia no tendría nada de especial si no fuera que en 2008, el Ferrer publicó en su blog una narración sobre el origen, evolución y abandono de la explotación. Se trata de una historia fantástica, pero verosímil, que es lo que se exige a los buenos relatos. Industriales vascos, un mineral estratégico, agentes alemanes, militares del arma de ingenieros y locomotoras de diverso origen conforman una narración bien trabada, que se publicó también en el número 66 (2010) de Más tren con magníficas fotografías de la maqueta.