viernes, 9 de febrero de 2024

El circo va en tren


En los años dorados del circo, cuando se le consideraba el mayor espectáculo del mundo, los grandes circos solían desplazarse en tren. La densa red ferroviaria europea permitía a las compañías llegar con relativa comodidad a las ciudades donde deseaban plantar su carpa. Los colores llamativos y las letras perfiladas de los carromatos montados sobre las plataformas daban un aspecto singular y atractivo a esos trenes. Los circos más importantes podían incluso poseer vagones propios especializados para transportar fieras o servir como viviendas.

En los Estados Unidos, los circos se servían del ferrocarril para salvar las grandes distancias entre estados y ciudades. La Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos conserva una litografía de 1874 titulada The grand lay-out. Circus parade around tents, with crowd watching alongside railroad train. Se trata de una imagen con toques orientalizantes en la que los acróbatas, los payasos, los jinetes y los animales del circo hacen su desfile alrededor de las tiendas mientras los contempla una multitud engalanada para la ocasión. Lo sorprendente son los trenes, que acuden desde distintos puntos cardinales por vías que confluyen en la gran esplanada donde se han instalado las carpas.

Sigamos en el Nuevo Mundo. Fue allí donde el empresario W. C. Coup diseñó en 1872 unos vagones plataforma específicamente pensados para facilitar la carga y descarga de los carromatos y las caravanas. Ello facilitó la expansión del circo. Tom Parkinson y Charles Philip Fox son los autores del libro The Circus Moves by Rail que recoge fotografías, carteles y textos de época sobre el uso del ferrocarril por parte de las compañías circenses.

Los carteles de publicidad de estos años dorados, cuyo principal motivo eran las fieras salvajes, a menudo incluyen el despliegue de medios ferroviarios del circo como un reclamo. En el cartel del Cole Bros Circus podemos ver vagones para cargar materiales, coches para el personal y plataformas preparadas para subir y bajar los carromatos de ellas. En el cartel del Barnum & Bailey Circus podemos leer: «Una imagen realista de la llegada de nuestros cuatro trenes de 70 vagones de largo construidos en Stoke on Trent a partir del proyecto americano para transportar el Mammoth Show de ciudad en ciudad con sus caballos, sus dos colecciones de animales y su vasto material de espectáculo».

El circo de los hermanos Ringling, que se fusionó con el de Barnum & Bailey para formar el mítico Ringling Brothers and Barnum & Bailey Circus, sigue en la memoria colectiva de los norteamericanos. Sobrevivió a la Gran Depresión de 1929 e incluso consiguió en 1942 un permiso especial de la presidencia de los USA para usar las vías férreas a pasar de las restricciones de transporte a causa de la Segunda Guerra Mundial; pero, como a todos, el final les llegó a causa de sus elevados costes, del éxito del cine y por la presión de los que estaban en contra de que hubiera animales en sus espectáculos. Los carteles de este gran circo muestran su gran despliegue ferroviario. En el que encabeza esta entrada dice: «100 vagones de acero de doble largo abarrotados de maravillas procedentes de todos los rincones de la Tierra».

La competencia entre los circos era feroz y eso puede observarse en los carteles promocionales. El de Al G. Barnes ponía el acento en sus animales, pero también en sus trenes y en la expectación que provocaba su llegada; la inscripción del cartel dice: «Escena de la llegada de los trenes de Al G. Barnes Circus a primera hora de la mañana». 

A este lado del Atlántico, el circo también tuvo su época dorada, que fue más prolongada en el este de Europa, pero es raro encontrar carteles promocionales con trenes. Sin embargo, sí que aparecen en Rusia, donde las distancias son muy largas. El circo ruso de los Durov, a pesar de que su gran reclamo era el uso de animales amaestrados, reflejaba en sus carteles la importancia logística que el tren tenía para ellos.


Ian Fleming hizo que su agente James Bond tuviera contacto con un circo que viajaba en tren. En Octopussy (1983) se narra el enfrentamiento entre el agente 007 y el general Orlov, un belicista soviético que, al ser rechazada su propuesta de atacar a las fuerzas de la OTAN, urde un plan consistente en hacer explotar, de forma que parezca un accidente, un artefacto nuclear en una base americana y generar en la población europea desconfianza hacia su armamento. Una vez retiradas las bombas nucleares por la esperada presión de la población civil, Moscú tendría vía libre para ocupar Europa. Para ejecutar tan peregrino plan, Orlov utiliza, sin que ella lo sepa, el tren de un circo perteneciente a la bella contrabandista Octopussy y esconde la bomba atómica en el cañón del hombre-bala. James Bond perseguirá el tren, lo abordará y logrará desactivar la bomba en el último momento. 


El inicio de la decadencia de los grandes circos americanos fue recreado en la novela Water for Elephants (2006, Agua para elefantes) de Sara Gruen. Narra la aventura de un estudiante de veterinaria que, durante la Gran Depresión, sube como polizón al tren de un circo, el dueño le contrata como veterinario, cuida de una elefanta y acaba teniendo una relación amorosa con la amazona que está casada con el dueño. El tren es el escenario permanente de la historia.

Estamos en una vía lateral detrás del Escuadrón Volador, que, evidentemente, lleva algunas horas allí. La ciudad de lona ya se ha erigido, para deleite de la multitud de habitantes del pueblo que se pasea contemplándolo todo. Filas de chiquillos se sientan encima del Escuadrón Volador, observando la explanada con ojos brillantes. Sus padres están congregados debajo y señalan las diferentes maravillas que aparecen ante ellos. Los trabajadores del tren principal se bajan de los coches cama, encienden cigarrillos y cruzan la explanada en dirección a la cantina. Su bandera azul y naranja ya ondea y la caldera eructa vapor a su lado, dando un alegre testimonio del desayuno que ofrece.
Los artistas van saliendo de los vagones de la cola del tren, claramente de mejor calidad. Existe una jerarquía evidente: cuanto más cerca de la cola, más impresionantes las estancias que contienen. El mismísimo Tío Al desciende del vagón anterior al furgón de cola. No puedo evitar reparar en que Kinko y yo somos los viajeros humanos que más cerca van de la locomotora.
[…]
El tren de los Hermanos Fox ha sido retirado de la vía muerta y el tan cacareado vagón de la elefanta está ahora enganchado justo detrás de nuestra locomotora, donde el traqueteo es más suave. Tiene tragaluces en lugar de rendijas y es de metal.
Esta novela fue llevada al cine por Francis Lawrence en 2011. La cinta tiene una larga escena en la que un empleado acompaña al protagonista a lo largo del tren para mostrarle toda la fauna humana que trabaja en él y viaja en los distintos vagones y coches.

 

El de un circo viajando en un tren es un tema que ha pervivido en el tiempo. Podemos encontrar juegos de mesa basados en el deambular en tren de una compañía por el continente americano y son muchos los libros infantiles que aprovechan la atractiva combinación del tren, el colorido inherente al circo y la presencia de animales, aunque la concienciación sobre el bienestar animal está liberando a los leones de las jaulas. El tema ha pervivido en artistas de estilos muy distintos, veamos un ejemplo del siglo XX y otro del siglo XXI: N. Horn y su óleo Ringling Brothers Circus at the Train Station...

... y Bri Buckley y su The Traveling Circus

Todo parece indicar que el circo y los trenes seguirán juntos en el mundo de la creación artística.