martes, 7 de mayo de 2024

Raimon Moreno, un fotógrafo enraizado

Hay un axioma incontestable en el mundo del arte: sólo se crea desde la tradición. Esto es de aplicación a todas las artes, del cine a la pintura, de la literatura a la fotografía. Significa que los humanos, al ponernos a la acción artística, no creamos de la nada, sino que partimos de lo que han creado las generaciones anteriores, sea para continuarlo, sea para romper con ello e iniciar nuevas tendencias, y, siempre, inevitablemente enraizados en nuestro momento histórico.

"La fotografía es mi memoria y el reflejo de mis sueños". Quien hace esta afirmación como lema de su blog es el fotógrafo y ferroviario Raimon Moreno Hidalgo. Nacido en Lérida en 1964, tiene una larga trayectoria como fotógrafo que incluye exposiciones, premios, reconocimientos, intervenciones como jurado, publicaciones y pertenencia a diversas entidades, incluidas la Confederación Española de Fotografía y Federación Catalana de Fotografía. Pueden verse los detalles de su historial en https://raimonmoreno.com

Moreno dice de sí mismo: “Si tengo que definir a qué corriente fotográfica pertenezco, podría decir que al realismo con bastante formalismo, pero si lo miro bien, también hay algo de expresionismo e instrumentalismo en la intención.” Sus temas son múltiples, pero quizás cabe destacar su interés por los temas etnográficos, los paisajes marinos, la representación de la figura femenina en plano de igualdad y el mundo ferroviario. Su obra de tema ferroviario tiene puesto el foco en tres temas principales: el paisaje ferroviario, la figura de la viajera y la belleza formal del material rodante.

Un trayecto en tren, incluso en un cercanías, puede ser un pequeño tesoro en forma de tiempo para poder soñar despierto, para reflexionar o para leer. Mientras que la viajera de Mujer en un tren (2003) de Àlex Prunés opta por la lectura...


... la de Raimon Moreno, (obra de 2017), opta por la contemplación. 


Hay paralelismos entre la pintura y la fotografía, que parecen imágenes especulares: el mismo modelo de tren de cercanías, el mismo encuadre, el mismo abandono de la viajera al placer del momento. La coincidencia entre las dos obras no es casual, las dos han sido concebidas en los primeros años de nuestro siglo y las dos son un reflejo del uso social del tren como casi siempre ha ocurrido con el arte de tema ferroviario.

La viajera de Raimon Moreno ha llegado con su cercanías a la Estación de Sants en Barcelona y camina hacia el acceso de los trenes de alta velocidad. Esta fotografía nos muestra como la vida en las estaciones está regida por la medida exacta del tiempo. Es un no-lugar, un espacio público al que sólo nos sentimos vinculados durante un periodo corto de tiempo y en el que siempre estamos de paso.

 

Las estaciones y su evolución le interesan a Moreno. La imagen de la Estación de Francia de la misma ciudad, la que encabeza esta entrada, también tiene como tema la pasajera caminando sola en el centro de la composición, pero en este caso no hay bullicio de pasajeros al fondo pasando el control de equipajes. Reflejo de la evolución de la red ferroviaria, la fotografía anuncia el incierto futuro de esta estación terminal en cuanto se inaugure la intermodal de La Sagrera. Algunos pintores han transmitido con sus telas esta misma circunstancia, como es el caso de la acuarela de Rafael Pujals de 2008 en la que, como en la fotografía de Moreno, unos convoyes de cercanías son los únicos ocupantes de unas vías que han visto salir los grandes expresos internacionales.

 

En otra fotografía de factura muy similar de 2017, en este caso de la estación de Portbou en la frontera hispanofrancesa, se nos muestra como ésta ha dejado de ser la estación ruidosa, internacional, aduanera, contrabandista y ajetreada que era. La supresión de las aduanas y el trazado de la línea de alta velocidad la ha dejado adormecida en un rincón remoto de la Costa Brava como una estación de cercanías sobredimensionada.

 

La quinta y última obra de Raimon Moreno que vamos a contemplar tiene raíces en la pintura y en la literatura. La fotografía nos muestra un fragmento de un coche de un TGV Duplex. La luz crepuscular del exterior compite con la iluminación interior, de manera que produce una profunda sensación de que nosotros estamos fuera, a la intemperie, y que lo interesante y el calor están dentro. 


Con esta magnífica obra, Moreno se engarza con una rica tradición creativa. Veámosla. 
En la escena del “tren del champagne” de Possessed (1931, Amor en venta) de Clarence Brown. Marion (Joan Crawford) es una chica obrera de pueblo que sueña en marchar para hacer algo menos previsible con su vida que casarse con su prometido y hacer la vida que todos en el pueblo. Cuando se dirige a cruzar las vías, pasa ante ella un tren a través de las ventanillas del cual ve todo un mundo de lujo.


Al final del tren, sentado en el balconcillo, un hombre con una copa y una botella de champagne en la mano establece con la joven el siguiente diálogo:
–¿Mirando adentro?
–...
–Dirección equivocada. Entra y mira hacia afuera.
–¿Entrar dónde?
–Oh, en cualquier sitio. Tan sólo "adentro". Sólo hay dos tipos de personas: los de dentro y los de fuera.
El novelista norteamericano Edgar Lawrence Doctorow también utilizó esta imagen en Loon Lake (1980, El lago), novela ambientada en 1931, durante la Gran Depresión. Joe, el protagonista, sale del pueblo para buscarse la vida. Toma trabajos ocasionales. Duerme junto a las vías del tren.
Me froté los ojos y con la mirada busqué el tren detrás del resplandor. Pasaba de mi izquierda a mi derecha. La locomotora y el ténder eran más negros que la noche, un imponente movimiento de sombras que avanzaban, pero detrás un coche de pasajeros plenamente iluminado. Vi que un mozo de chaqueta blanca servía bebidas a tres hombres sentados a una mesa. Vi oscuros paneles de madera, una lámpara con pantalla orlada y estantes con libros encuadernados en cuero. Dos mujeres conversaban sentadas frente a un grupo de sillones orejeros con textura como de encaje. Luego un luminoso dormitorio con apliques de cristal esmerilado y una cama con dosel y desnuda ante un espejo una chica rubia que estudiaba atentamente un vestido blanco colgado de una percha.
La pintora norteamericana Kym Ojala, con el óleo The Night Train (2018) nos lleva de vuelta a la fotografía de Raimon Moreno y nos corrobora que se trata de un fotógrafo enraizado en la tradición y en su tiempo.