jueves, 24 de noviembre de 2022

Humaredas (I)

Junto a su estampa imponente, si algo caracteriza a las locomotoras de vapor es el humo que expulsa su chimenea y el vapor que también sale por ella o escapa de las válvulas. Ambos, vapor y humo, invaden el espacio que rodea a la máquina, van al encuentro del viento, se mezclan con el aire, y la humedad y la temperatura de éste determina que veamos apenas un penacho de humo y unas hilachas de vapor o una inmensa humareda, negra, gris, rosácea o blanca que lo invade todo.

No es de extrañar, por lo tanto, que pintores, fotógrafos, escritores y cineastas hayan querido, no solo reproducir o recrear en sus obras el juego de matices infinitos del humo y el vapor, sino también usar su plasticidad y dramatismo para construir símbolos y metáforas.
«¡Humo, humo!», repitió unas cuantas veces. Y de pronto todo le pareció como humo, su propia vida, la vida rusa, todo lo humano y, en particular, todo lo ruso. Todo es humo y vapor, pensaba; todo parece que cambia continuamente, por doquier surgen nuevas imágenes, los fenómenos suceden a los fenómenos, pero en realidad todo es lo mismo.
Esta comparación de la volubilidad humana con la del humo de la locomotora pertenece a la novela Humo (1867) del escritor ruso Ivan Turguénev. El fragmento reproducido corresponde al pensamiento del protagonista cuando, viajando en tren, reflexiona sobre un antiguo amor frustrado y el culto a las apariencias de la comunidad rusa de Baden-Baden.

Si hablamos de pintura de tema ferroviario con buenas humaredas, seguro que la primera obra que nos viene a la cabeza es la fundacional Rain Steam and Speed the Great Western Railway (1844) de J.M.W. Turner, si saltamos a Francia, evocamos los juegos de humo, vapor y luz en las estaciones que pintó Claude Monet a finales del mismo siglo y, si pensamos en artistas españoles, Dario de Regoyos es el que se lleva la palma con obras como El tren de las 16 horas, noviembre, San Sebastián (1900) o El paso del tren (1902) que encabeza esta entrada.

Pero son muchos más los pintores que han trabajado el tema, como el japonés Utagawa Kuniteru II en Tren de vapor pasando por Takanazawa, Tokyo (1870)...

Utagawa Kuniteru II

... o el impresionista italiano Giuseppe de Nittis que firmó su Passa il treno en 1879.

Giuseppe de Nittis 

Las dos obras son contemporáneas y, aunque están alejadas en el espacio y en el estilo, ambas ponen el acento en la gran estela de humo y vapor que deja el tren a su paso. El primero, que representa uno de los primeros trenes, apenas osa dar color a la columna de gases que se eleva hasta el cielo, como si temiera romper la composición habitual de los ukiyo-e, mientras que el segundo, habituado a ver trenes, se centra en el rastro que deja sobre el campo un convoy ya invisible. Pasada la época del vapor, los pintores han seguido añorando y recreando aquellos tiempos, como el valenciano Carlos Oliva en su acuarela de 2016.

Carlos Oliva

Vayamos a la fotografía tomando dos ejemplos alejados entre sí, uno de los Estados Unidos y otro del Japón. Ogle Winston Link fue un fotógrafo norteamericano que, en los años 50 del siglo pasado, realizó un extenso trabajo sobre la substitución de la tracción vapor por la tracción diésel en la compañía Norfolk and Western Railway del estado de Virginia. Son especialmente notables sus obras nocturnas realizas con potentes fotos que daban a los escenarios y temas que fotografiaba un aspecto singular y fantasmagórico, como es el caso del paso de la carretera bajo el puente ferroviario (1955) en la que la humareda preside la composición.
O. Winston Link
Daidō Moriyama es un reconocido fotógrafo japonés que ha dedicado la mayor parte de su obra a explorar y documentar el cambio de valores en su país después de la Segunda Guerra Mundial. Sus fotografías muestran la parte oculta de las ciudades, incluidas las estaciones, los trenes y los viajeros. Sus paisajes ferroviarios y sus fotos de estaciones ponen el acento en las vías, como si le interesara más su destino que el paisaje que recorren. Sus imágenes de interiores de trenes y metros al anochecer muestran a viajeros durmiendo con cara de cansancio o con una expresión tan desesperanzada en el rostro que el espectador se pregunta si realmente quieren volver a casa. Los convoyes son tomados a contraluz, de manera que las columnas de vapor y humo son más relevantes que las locomotoras y los vagones, como ocurre en la pieza Hokkaido (c. 1975).

Daidō Moriyama
También el cine, el cartelismo y el cómic han empleado el humo y el vapor con distintas finalidades, lo veremos en la próxima entrega.