Cuando en 1940 el guionista Juan Manuel Porto y el dibujante Eduardo Vañó lanzaron Roberto Alcázar y Pedrín, poco podían esperar que la serie aguantaria 36 años y llegarían a publicarse 1219 números.
La serie ha sido motivo de análisis desde todos los ángulos: ideologia subyacente, calidad de los dibujos, lenguaje, patrones estéticos de los personajes, influencias diversas, etnocentrismo, misoginia... Realmente aparecen pocas mujeres en la serie y siempre como mujer florero o en papeles de mala.
Los trenes no salen mejor parados: hay pocos y no aparecen muy favorecidos. El tercer episodio se titula El misterio del expreso azul y esta ubicado en Argentina. Roberto Alcázar y Pedrín entran en acción cuando una banda de malechores que actuan en la línea del expreso azul secuestran a la hija de un conciudadano español. Las viñetas con interiores, un coche de asientos y un coche restaurante, tienen perspectivas imposibles...
... y la imagen de los tres coches recién detenidos habla por sí sola.
En esta escena se supone que Roberto Alcázar ha conseguido frenar el corte del comboy que bajaba a tumba abierta por la vía junto al acantilado.
En un episodio posterior, El tren de la muerte, encontramos a nuestros héroes en los Estados Unidos y, en esta ocasión, ayudan a una compañía maderera.
En esta secuencia, con un camión, unas pértigas y mucho músculo, contribuyen al frenado de un tren desbocado.
En Asalto al tren correo (1965) el guionista no maltrató al tren, pero sí a los ferroviarios, pues el método escogido para detener el convoy es colocar una caja con abejas en la locomotora y otra en el vagón de correos para que la curiosidad de los empleados haga el resto.
También apareció un número llamado La dama del expreso, un título con evidentes ecos a la película que había hecho furor por aquellos años y con unas ilustraciones que recuerdan las aventuras cinematográficas de Helen Holmes.