Ha muerto el escritor español Javier Marías. Ha sido un gran innovador de la narrativa en lengua española y sus obras han alcanzado unas cotas de calidad difíciles de repetir.
Fue lector de español en la universidad de Oxford y esta estancia propició la novela con un fragmento ferroviario que hoy recordamos a modo de homenaje. En los primeros compases de Todas las almas (1989), ambientada en la citada ciudad universitaria, hay una memorable escena en el andén de la estación de Didcot, donde el protagonista espera su enlace para Oxford. La iluminación nocturna de la estación conforma la atmósfera.
En Inglaterra los desconocidos no suelen hablarse, ni siquiera en los trenes ni durante las largas esperas, y el silencio nocturno de la estación de Didcot es uno de los más extensos que yo he conocido.
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Unas pocas luces, separadas por decenas de metros para así evitar el despilfarro, alumbran temerosamente estos andenes aun no barridos que semejan el suelo dejado atrás por una fiesta callejera y pobre. Apenas si se distinguen los breves tramos de piedra y riel que cada una ilumina con parpadeos, y una de ellas ilumina también mi rostro que surge de un abrigo azul marino con el cuello subido y unos zapatos y tobillos de mujer cuya dueña queda en sombra.