miércoles, 17 de julio de 2019

Gonzalo Garcival y la “ferrogenética”


En la era del correo electrónico y el WhatsApp, son pocas ya las cartas de papel que me llegan, pero hace diez días me llegó una de Madrid remitida por el inefable Gonzalo García Sánchez, aka Gonzalo Garcival o Garcival. Este periodista, nacido en Sabero (León, España) en 1944, experto en cultura y ferrocarril me mandaba una fotocopia de un texto suyo publicado en la revista Líneas número 172 de 1 de abril de 1998. Una nota en papel amarillo con banda amarilla adhesiva de quita y pon rezaba:
Querido Jordi: Ahora que acaba de morir Arturo Fernández, pienso que tal vez podrías acoger en tu excelentísimo blog la “ferrogenética” de tan popular actor. Sabrás que otros hombres del cine y del teatro, como el barcelonés de adopción Paco Morán, el galán –también asturiano como Arturo Fernández— José Suárez o el famoso director de escena Calixto Bieito también tenían relación personal o familiar con el FC. Con esto espero serte útil. Un abrazo. Gonzalo.
En el artículo que me remitía, Gonzalo daba noticia del acto en que se otorgó a Arturo Fernández el título de hijo adoptivo de Oviedo; acto en el que el periodista Fernando Onega recordó que el padre del actor había sido ferroviario exiliado después de la Guerra Civil por ser militante del sindicato anarquista CNT. En el escenario estaban, cuenta Gonzalo, Luis del Olmo y Lola Herrera, ambos también hijos de ferroviarios, y, según parece, la referencia a su padre emocionó al actor.

El redactado de la nota tiene el inconfundible estilo de su autor y de ella cabe destacar el término “ferrogenética”. Gonzalo Garcival, que ha dedicado toda su vida periodística a recopilar i divulgar los vínculos del ferrocarril con todas las artes, es una mina por lo que respecta a conocer los antecedentes ferroviarios de actores, poetas, pintores, cantantes, novelistas, cineastas, compositores, etc. Incluso se puede afirmar que es peligroso citarle a alguien, porque enseguida te dará una detallada descripción de los vínculos de sus ancestros con el ferrocarril. En definitiva, un auténtico experto en “ferrogenética. Su archivo profesional está depositado en la biblioteca del Museo del Ferrocarril de Madrid y contiene información valiosísima.

La copia del artículo venía acompañada de las diapositivas de las ilustraciones en su correspondiente marquito de plástico y una de ellas, con el padre de Arturo Fernández atendiendo la maquinaria del Plano Inclinado de La Florida, es la que encabeza esta entrada.

En este blog no podíamos dejar de reconocer el trabajo de divulgación de Gonzalo, al que vemos en un retrato firmado por el pintor Javier Marcos en 2004, y su gentileza con los que padecen el mismo mal de trenes que él.


lunes, 1 de julio de 2019

Historia de una camiseta del Peñarol de Montevideo


En febrero de este año, estuve en el barrio de Peñarol de Montevideo (Uruguay). El motivo fue que, a unos diez quilómetros del centro de la ciudad, se conserva uno de los sitios de patrimonio industrial ferroviario más interesantes del cono sur americano. Se trata de un conjunto compuesto por estación de tren, talleres, casas de los jefes, casas de los obreros, centro de formación, cine y teatro, puente metálico sobre las vías y otros vestigios en una superficie de 33000 metros cuadrados.

Todo empezó en 1876, cuando el capital inglés compró la concesión que poseía el Ferrro Carril Central del Uruguay para la construcción de una línea entre Montevideo y las ciudades del norte, proyecto que estaba en marcha desde diez años antes. Fue una compra controvertida por la garantía de beneficios que otorgó el gobierno. El rápido crecimiento de la empresa recomendó substituir los talleres del barrio de Bella Vista por unos mucho más grandes situados en una zona cercana y poco poblada. La compañía inglesa decidió que el lugar adecuado para establecer los talleres de la línea era el ya existente barrio Peñarol, al que pretendió, sin éxito, rebautizar con el nombre de Nuevo Manchester.

El barrio ferroviario se construyó en 1891 e incluía, además de los elementos citados, un economato, casa para el médico y campos de deportes. El modelo urbanístico de la colonia respondía al ya ensayado en la propia Inglaterra y en el exterior, un modelo que, si bien ofrecía unos niveles de atención a los trabajadores nada habituales en el lugar, facilitaba también un control riguroso. Para Peñarol, la presencia del poblado ferroviario supuso una época dorada de trabajo, comercio y vida social, club de futbol incluido. El club de fútbol, claro está, es el famoso Peñarol de Montevideo.

A raíz de esa visita, publiqué un artículo en Vía Libre sobre la historia del barrio ferroviario y su estado actual de preservación. Pocos meses después, tuve la ocasión de entrar en conversación con una agradable pareja de uruguayos, Fernando y Betina, emigrados a España, a los que sorprendí reconociendo al momento su acento montevideano. Tuvimos una larga charla y les facilité una copia del artículo. Al día siguiente, Fernando se presentó con un regalo: una camiseta del Peñarol del año 1976 firmada por los jugadores.

–La tenía desde entonces y la guardaba para regalarla a quien la mereciera. Ahora es tuya, y tú la pasarás en el futuro a quien creas oportuno.

Un regalo entrañable que guardo con mucho cariño en mi colección de elementos ferroviarios.