¿Conocen o han oído hablar de alguien a quien su desmesurada pasión por su maqueta ferroviaria le haya llevado a abandonar la vida erótica con su pareja? Se cumplen 25 años de la más demoledora de las películas sobre el tema: el telefilme alemán Liebe, Tod und Eisenbahn (Amor, muerte y trenes) dirigido por Gert Steinheimer.
Una pareja joven se muda a un edificio de apartamentos propiedad de un matrimonio mayor. Se supone que el hombre ha abandonado su afición a los trenes de miniatura, una adicción que, según su esposa, puede acabar con cualquier matrimonio. “Estos trenecitos… son monstruos,” le dice la experimentada a la joven, “destruyen matrimonios en unos pocos instantes. Yo le seguí el juego durante más de cuarenta años, hasta que un día, por fin, se me acabó la paciencia. O yo o estas locomotoras eléctricas, que se definiera. Fue entonces cuando se deshizo de toda esta basura, pero, aun así, no ha quedado curado”. El casero conserva una maqueta oculta en el techo: “Esta maqueta la construí en el invierno del ochenta y cuatro, mi mujer estaba en el hospital debido a sus cálculos renales. No ha logrado descubrirla. Ahora vivo esperando sus próximos cálculos renales”. Vean la escena (puede herir sensibilidades):
A base de irle regalando elementos para un equipo básico, el casero inicia al joven esposo en la afición. La mujer, alertada, pone de su parte. Ahí va la escena más "simbólica" del telefilme.
El joven esposo se deja absorber tanto por los trenecitos, que acaba perdiendo la apetencia sexual por su mujer. Para salvar su matrimonio, ella intenta aficionarse a los trenes y busca todo tipo de maneras de seducirle y ponerle celoso, pero todo es en vano:
La historia entre en una fase casi expresionista cuando la tensión, los celos, las infidelidades y la violencia van en aumento...
... hasta llegar a un final insólito:
Aviso para navegantes.