La revista Vía Libre inicia la entrega de una serie de seis DVD bajo el lema Un ferrocarril de cine.
El número de septiembre contiene seis documentales de 1948 realizados por Ballesteros S.A. bajo el patrocinio de la Comisión Oficial para la Conmemoración del Centenario de los Ferrocarriles Españoles; el guión y la dirección fueron encargados a Alfonso Acebal. Los títulos dan buena idea de su contenido: Entrada en servicio, Biografía de una locomotora, Factorías ferroviarias, Cien años de ferrocarril, Exposición Ferrocarril y Tendido de una línea.
Son piezas de no más de diez minutos, rodadas en 35 mm y con una locución característica de la época, que informan al espectador de los procesos de fabricación del nuevo material rodante (los cincomiles, los refrigerados de Transfesa, las cisternas con cambio de ancho de Semat, etc), de la electrificación de las líneas, de la actividad de las factorías o de la exposición del centenario que se realizó aquel año en Barcelona.
Toda la serie tiene el inevitable tono propagandista de las producciones de la posguerra. El texto, a pesar de que intenta ser neutro y circunspecto, hace convivir información sesuda (“un entramado con cabeceros reforzados en forma de biga de cajón”) con comentarios que en la época eran tomados como jocosos (“los pequeños, impacientes, quieren subir a las máquinas y las mujeres pretenden mandar sobre ellas aunque desconozcan cómo son por dentro”).
La joya de esta primera entrega es, sin duda, el corto El tren, que dirigió Julio Bravo en 1940, y que subtituló "Recuerdos, sugerencias, aspectos". La versión corresponde a la que en 2006 se restauró bajo el patrocinio de Adif a partir de los materiales disponibles en la Filmoteca Española.
El documental, que fue rodado en las estaciones de Atocha (Madrid) y de Francia (Barcelona), en las costas del Garraf y en Alhama de Aragón, es una mezcla de propaganda propia de la inmediata posguerra, como cuando compara el perfil frontal de una locomotora MZA de la serie 1800 con el "escudo imperial"...
Para las adaptaciones musicales contó con la ayuda de Juan Tellería, un compositor de vida un tanto rocambolesca, autor de banda sonoras de la filmografía de propaganda republicana y de marchas militares e himnos falangistas y franquistas, después. Fue autor de zarzuelas de títulos tales como El joven piloto o El cabaret de la Academia.
Justamente, las escenas más curiosas de El tren son aquellas en las que los pasajeros tararean melodías de música clásica y, sobretodo, aquellas en las que se funden las imágenes ferroviarias con las de los instrumentos musicales.