Unas vías de tren
irrumpen en la portada por su base y convergen en su parte media o superior. En
algunas vemos el destino, en otras la vía se pierde en el horizonte. En
ocasiones, aparece junto a la vía una estación o una figura humana que esperan
el paso del tren o acaso lamentan su partida. Tras portadas como estas
esperamos encontrar novelas sobre el fluir de la vida, una historia personal,
un sino ineludible. Las vías siempre contagian la sensación que el futuro está
escrito, que uno no puede salirse de los raíles en los que el destino le ha
encarrilado, a no ser que se quiera protagonizar una heroicidad, y ahí está la
materia literaria.