jueves, 29 de marzo de 2012

El tren para primero

El tren pasa primero (2005) de Elena Poniatowska es una novela centrada en la vida de un líder sindical ferroviario mejicano del siglo pasado. La historia sigue con rigor los hechos históricos: la huelga de 1958, la represión del gobierno, el encarcelamiento de los líderes y su liberación diez años después. La novela es desigual, en los primeros capítulos se narra el trabajo ferroviario, la acción de los sindicatos, sus enfrentamientos con la dirección de la compañía o los intentos de control de la huelga por los partidos; después la novela se centra en los años de prisión y, en la tercera parte, se extravía en los orígenes del protagonista y su vida personal.

Las descripciones del mundo ferroviario son magníficas: el trabajo de los carrileros, la actividad en la estación, los corridos de tema ferrocarrilero, el cambio del vapor al diesel, el afecto de los empleados por sus locomotoras, la mirada de los niños sobre los trenes. Cuando la huelga toma cuerpo, se pone de manifiesto cómo el ferrocarril es la espina dorsal de la economía del país. De los muchos fragmentos interesantes desde la óptica de la afición ferroviaria, quizá el más entrañable sea el que describe, con ecos a pasajes semejantes de Zola y Platonov, la relación entre ferroviarios y locomotoras:

Muy pronto Saturnino aprendió que ninguna locomotora era igual a otra. Cuando vio entrar a la Niágara se le detuvo el corazón. A lo largo de sus trayectos aprendió que había que cuidar la máquina porque era aún más compleja que un ser humano, por eso cada una tenía su tripulación que la conocía mejor que a la mujer amada. “¿Sientes aquí? ¿Eso te gusta más? Dímelo por favor.” Los ferrocarrileros enamoraban a su locomotora.