Yo no sé cómo tenéis valor de volveros de espalda a la ventana y poneros a leer, o a dormir, o a hablar de política, mientras detrás vuestro va desfilando toda la riqueza del mundo. ¡Y de qué manera!Este pasar "más abocetado" del paisaje es el que captó cien años después Francesc Todó en el acrílico Desde el tren (2002), que no sólo transmite el impulso de pintar aquello que pasa por delante de la ventanilla, sino que nos remite a la mirada plana y de líneas horizontales huidizas que el viaje en tren nos da sobre el paisaje urbano.
Tiene un encanto el carril que no es el mismo que el de ir por el mundo a pie o en un carruaje que no corra tanto; es otro tipo de placer más espiritual, digámoslo así. Todo pasa más de prisa, más abocetado, y la visión es tanto más ideal cuanto más fugitiva. Es el regalo del mundo, el ir en ferrocarril; yo no sé cómo tenéis valor de volveros de espalda a la ventana. […]
El escritor argentino Oliveiro Girondo escribió el poema El expreso en 1923 durante un viaje por España en el que conoció a los poetas vanguardista del momento. El poema, que se inscribe en la corriente del ultraísmo, narra un viaje en tren durante el que se pregunta si el país ha progresado mucho en los últimos decenios. Mientras mira por la ventanilla, oye lo que ocurre dentro del coche:
[…]
A través de la borra de las ventanillas
el crepúsculo espanta
a los rebaños de sombras
que salen de abajo de las rocas
mientras nos vamos sepultando
en una luz de catacumba.
Se oye:
el canto de las mujeres
que mondan las legumbres
del puchero de pasado mañana;
el ronquido de los soldados
que, sin saber por qué,
nos trae la seguridad
de que se han sacado los botines;
los números del extracto de lotería,
que todos los pasajeros aprenden de memoria.
pues en los quioscos no han hallado
ninguna otra cosa para leer.
¡Si al menos pudiéramos arrimar un ojo
a alguno de los agujeritos que hay en el cielo!
[…]
La tradición del poeta que se inspira viajando en tren no se ha perdido con los convoyes modernos. Narcís Comadira le da continuidad con En tren (2002):
Frágil, pequeñaEl fotógrafo alemán Thomas Winz, en Paisaje desde la ventana del tren, la imagen que encabeza esta entrada, parece que ponga imagen al poema de Comadira y nos recuerda la amplitud del paisaje visto desde el tren.
felicidad del tren;
tierras que pasan:
huertos ordenados,
colinas con bancales,
campos de grano y en barbecho,
hileras de chopos
ante el telón azul de las montañas.
[…]
Detrás del cristal, protegido,
Me deslizo por mi país y por su tiempo;
me enzarzo en afectos
para no ver la inmarchitable absurdidad de todo.
A menudo, lo que vemos a través de la ventanilla nos provoca una reacción más allá de la simple contemplación. En 1925, el inglés Thomas Hardy escribió el poema Faintheart in a Railway Train (Tímido en un tren) en el que el autor viaja mirando a través de la ventanilla y, al llegar a una estación:
A las nueve de la mañana pasó ante una iglesia,Lo que vemos a través de la ventanilla estimula nuestra imaginación. El pintor chino Zhang Xiaogang realizó en 2010 una serie titulada Ventanilla de tren, oleos sobre tela de gran formato, entre simbolistas y surrealistas, que nos hablan de cómo la mente del viajero transforma y reelabora lo que ven sus ojos.
A las diez bordeó el mar,
A las doce una ciudad de humo y suciedad,
A las dos un bosque de robles y abedules,
Y luego, en una plataforma, ella:
Un radiante desconocida, que no me vio.
Yo dije: "¿Me atrevo a bajar a por ella?"
Pero me quedé en mi asiento buscando un pretexto,
Y las ruedas se movieron. O quizá,
Me hubiera podido bajar allí!
Cuando anochece, empieza el juego de las luces. Al mirar a través de la ventanilla vemos reflejado el interior del coche, y lo primero que percibimos es nuestro propio rostro. Así lo expresa el poeta norirlandés Louis MacNeice en Corner Seat (c. 1945, Asiento del rincón):
Suspendido en una noche en movimientoCuando dejamos de mirar por la ventanilla, no es extraño que nuestros ojos se posen en otro pasajero que esté haciendo lo mismo que nosotros hace un momento. Es lo que observa el poeta madrileño Francisco Vighi en Viaje en expreso (1959):
la cara en el tren reflejado
se ve a primera vista como segura de sí misma
como tu propia cara… Pero mira de nuevo:
Ventanas entre tú y el mundo
protegido del frío, protegido del temor;
entonces, ¿por qué tu reflejo parece
tan solitario en la noche en movimiento?
[…]Esta imagen de una persona absorta en la contemplación de lo que se ve a través de la ventanilla, sea una ciudad, el mar o un bosque, la han pintado y fotografiado muchos artistas. Por tomar algunos ejemplos, lo hizo en 1927 el pintor danés Paul Gustave Fischer...
¡Oh rubia compañera de viaje,
tan sola y tan atenta a lo que pasa
por la ventanilla! Pantalla de cine
por donde las campiñas retroceden.
Castilla es una estera con remiendos;
Guadarrama, amatista y blanco azúcar.
... el fotógrafo catalán Raimon Moreno en 2017...
... y, en 2008, la pintora granadina Cristina Megía Fernández. El óleo de esta última tiene conexiones con el poema de Vighi, pero también con el de MacNeice: el observador tiene ante sí, no sólo el paisaje que puede verse a través de la ventanilla y el rostro reflejado de la viajera, sino también noticia del ensimismamiento reflexivo de esta. Por su parte, el poema de Francisco Vighi contiene una muy interesante asociación entre ventanilla de coche de tren y pantalla de cine, vínculo que arranca en el momento mismo de la aparición del cine.
La madura protagonista de la película alemana Wolke Neun (2008, En el séptimo cielo) le dice a su amante: "El paisaje junto al tren es mucho más bonito que el que hay junto a las autopistas". Después, cuando viaja con su marido en el tren, una toma relativamente larga en la que vemos el paisaje que ella ve a través de la ventanilla nos indica que su mente no para de analizar su nueva situación sentimental. Cuando el marido pronuncia la misma frase sobre el paisaje desde el tren que ella había reproducido, los sentimientos afloran en forma de llanto.
En Lost in Translation (2003), la secuencia de lo que la protagonista ve a través de la ventanilla del Shinkansen nos habla de su soledad y de su mirada perpleja.
Y si hablamos de thrillers, en Lady on a train (1945, La dama del tren), una joven aficionada a las novelas de misterio, contempla un asesinato desde la ventanilla del tren. Precisamente por su gusto por ese tipo de ficción literaria, la policía no le hace ningún caso. Entonces decide pedir ayuda a su escritor favorito del género.
The Girl on the Train (2016, La chica del tren) arranca del interés obsesivo de una viajera por los habitantes de una casa que ve a través de la ventanilla en su trayecto diario al trabajo.
Es en esta rica tradición artística que hay que situar la serie fotográfica realizada en octubre de 2021, durante un trayecto entre Barcelona y Gerona, por la fotógrafa catalana Mercè Ribera. Sus imágenes están echas desde una contemplación relajada del paisaje. El cielo otoñal es un telón de fondo que da unidad a la serie y las catenarias marcan una dirección que nos invita a pasar a la imagen siguiente. Por debajo del cielo, el paisaje se vuelve silueta: bosques, edificios, instalaciones industriales, cobertizos… Y de repente, junto a la línea de ancho ibérico por la que circula la artista, aparece la línea del AVE. La cámara se recrea en el juego de figuras geométricas de la catenaria y sus sistemas de tensado y, de esta manera, al ser tratada con la misma técnica de contraluz que el resto de elementos, la vía de ancho UIC no es presentada como un elemento privilegiado del paisaje.
Con Ribera hemos cerrado el círculo: el impulso de mirar el paisaje a través de la ventanilla del tren nos ha llevado a que el ferrocarril mismo sea el paisaje contemplado.