viernes, 2 de mayo de 2025

Paleofuturo y retrofuturo ferroviarios (1/2)


Paleofuturo es el término que denomina las representaciones gráficas y literarias que, en el pasado, mostraban como se imaginaba el futuro en aquel momento. Cada época ha imaginado como seria su futuro y lo ha plasmado tanto en sesudos artículos prospectivos como en manifestaciones artísticas.

El retrofuturo es un subgénero literario y un entorno visual que recrea pasados imaginados y ficticios. Suele tomar denominaciones distintas según la época recreada, así el steampunk se ambienta en una época victoriana con máquinas de vapor muy potentes, el dieselpunk, en la época del art decó y de los motores de combustión interna, y el atompunk, en los inicios de la industria nuclear.

El ferrocarril tiene su espacio en todas estas manifestaciones y siempre ha sido visto y representado como algo positivo, optimista y vinculado a un progreso limpio y justo.

Paleofuturo

Explorar la manera como nuestros antepasados imaginaban su futuro no es sólo una diversión interesante, sino que también tiene interés para los sociólogos y los historiadores. Existen muchos blogs en los que se publican joyas del paleofuturo reproducidas de revistas, cromos, relatos o películas, y también pueden encontrarse artículos rigurosos sobre el tema en National Geographic o en la BBC. En la mayoría de los casos, estos futuros fueron muy distintos a como se imaginaron o, simplemente, no fueron posibles porque no se tuvieron en cuenta todos sus detalles. Un ejemplo: Una imagen de una serie francesa de cromos de 1910 vaticinaba que en el año 2000 la incómoda leña y sus sucias cenizas podrían ser substituidas en la chimenea por una nuez de metal radiactivo para calentar confortablemente los salones. En el caso de los trenes, las propuestas no fueron tan peregrinas, pero las hubo de todos los colores.

En 1900, la proximidad del cambio de siglo estimuló a los dibujantes a imaginar como sería el mundo cien años después y sus creaciones aparecieron en algunas revistas, en postales y en cromos de productos de pastelería. Tuvieron poca circulación y fue con la expansión de la ciencia ficción en los años 70 del siglo pasado que se recuperaron y popularizaron. En la serie francesa aparece, junto a la calefacción por radio radiactivo que hemos citado, una anticipación del tren eléctrico que uniría París con Beijín en el año 2000 (ilustración de cabecera).

Treinta años después, las revistas de divulgación tecnocientífica dedicaron portadas a imaginar el tren del futuro. La norteamericana Science and Mechanics propuso en 1933 un tren con ruedas esféricas que circularía por un carril en “U” alimentado por una catenaria convencional a 300 km/h. 


La japonesa Shonen Club publicó en 1936 una serie sobre el transporte en el futuro que incluyó un tren que circularía con dos pequeñas ruedas sobre un monorraíl impulsado por una hélice de avión y equilibrado por una aleta trasera. 


Muy parecida, aunque con mucha mayor envergadura, es la propuesta de James B. Settles de 1943 de un monorraíl que se supone controlado con giroscopios. 


En cualquier caso, hay que ser muy prudente a la hora de considerar estas imágenes porque, a menudo, una de las facetas del retrofuturismo consiste en crear ilustraciones con la intención de que pasen como realizadas años atrás. De hecho, ilustraciones tardías como la que reproducimos de James B. Settles de 1943 están ya en la frontera del retrofuturismo, aunque este término no fuera acuñado hasta 1983 por el editor norteamericano Lloyd John Dunn.

Hubo un momento en los Estados Unidos en que los trenes imaginados y los reales se acercaron mucho, esto sucedió en los primeros años treinta del siglo XX bajo la influencia del art decó. En el año 1934 hicieron su aparición triunfal en la red ferroviaria estadounidense el M-10000 de la Union Pacific...


 ... y el Zephyr de la Burlington. 

 

Estos trenes tienen en común el esfuerzo de sus diseñadores pera dotarles de una estética aerodinámica avanzada y el que ambos trenes fueron convertidos en estrellas de la pantalla por la industria de Hollywood.

The Silver Streak (1934, El rayo de plata) de Thomas Atkins narra las aventuras y desventuras de un ingeniero que intenta vender su idea de un tren rápido, ligero y aerodinámico al presidente de la compañía. El proyecto es rechazado, pero la hija del presidente presenta el ingeniero a un constructor de locomotoras que se interesa por la idea. El prototipo no es del todo satisfactorio, pero es presentado en la feria de Chicago y acaba siendo utilizado para salvar una vida, hecho que desencadena el final feliz.

Simultáneamente, Howard Hawks dirigió Twentieth Century (1934, La comedia de la vida), que toma para el título el nombre del M-10000 que unía Nueva York con Chicago. Mientras que en The Silver Streak el tren forma parte del argumento en la medida que se pone a prueba su capacidad para llegar a tiempo y aparece desde todos los ángulos, en Twentieth Century no tiene otro papel que el de ser el escenario contenedor de una comedia cuyo argumento gira entorno a las relaciones entre una actriz de musicales y un director egocéntrico.

En 1935, Leonard Fields dirigió la película Streamline Express (El expreso aerodinámico) cuyo argumento se construye a base de colocar en el tren una colección de personajes dispares, asignarle una historia a cada uno de ellos y desarrollarla mientras el tren viaja de costa a costa. La cinta tiene influencias de las dos anteriores, pero presenta un tren aerodinámico de dos pisos y un gran ancho de vía.


La New York Central Railroad se preocupó asimismo por el aspecto de sus convoyes y, para revalorizar sus locomotoras de vapor, estrenó en 1937 la J3a 2-3-2 Hudson con el conocido diseño de Henry Dreyfuss.


Los trenes movidos por energía nuclear también tuvieron su rinconcito en los futuros imaginados, especialmente en la primera mitad del siglo pasado. En 1948 The Saturday Evening Post publicó una publicidad de la Association of American Railroads que especulaba con el tema: «Posiblemente la locomotora tendrá su propio reactor nuclear.» Aunque enseguida admite: «O quizás usará electricidad generada en una central atómica. Pero lo que es seguro es que, de todas las modalidades de transporte terrestre, el ferrocarril ofrece las mejores oportunidades para un uso eficiente de la energía nuclear.»
 

No hay noticias de que se ensayaran trenes nucleares, pero por aquellos años, la revista de divulgación tecnocientífica Mechanix Illustrated especulaba con trenes supersónicos impulsados por reactores como los de los aviones.


 De hecho, en 1971, en la Unión Soviética, se realizaron ensayos de un tren con dos motores a reacción montados en el techo que fueron divulgados incluso en la revista Tekhnika Molodezhi (Técnica para jóvenes); los resultados no fueron satisfactorios y se abandonó el proyecto. 


Con estos dos ejemplos, hemos cruzado la difusa frontera que separa la creación artística imaginativa de los bocetos y anteproyectos técnicos. Algunos avances tecnocientíficos que ahora vemos como magníficos cristales de muchos quilates nacieron a partir de una imagen artística que actuó de cristal de siembra. Y no es menos cierto que algunas imágenes de anteproyectos son auténticas maravillas artísticas, pero este es tema para otro día.

En cualquier caso, el ferrocarril es una de las consecuciones de la tecnociencia que más ha hecho volar la imaginación de los ilustradores.