miércoles, 1 de noviembre de 2017

Maquetas en relatos y películas II


Si en Les scrupules de Maigret o en Addams Family las maquetas ferroviarias eran utilizadas para caracterizar a sus propietarios como personas un poco infantiles, excéntricas o poco sociables, su uso es algo distinto en las historias en las que la maqueta es el refugio de un personaje, aunque las fronteras en el arte siempre son un poco difusas y las maquetas pueden cumplir diversas funciones dramáticas.

Philip K. Dick, el autor de ciencia-ficción que ha escrito textos imprescindibles como Minority Report o ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Blade Runner), publicó en 1954 el relato de fantasía Small Town (La maqueta). El protagonista es un hombre desesperanzado, harto de su trabajo sin proyección, que se refugia cada noche en el sótano de su casa donde tiene una inmensa maqueta ferroviaria que reproduce su ciudad hasta el mínimo detalle. El día que se despide de la empresa y, al llegar a mediodía a casa, encuentra a su mujer en brazos de su médico, baja al sótano y empieza su trabajo definitivo en la maqueta: transformar la ciudad a su gusto, huir a ella y arrastrar tras de sí aquellos de los que quiere vengarse. En un momento del relato, la mujer lleva al doctor al sótano para mostrarle la maqueta y mantienen este diálogo:
–Me parece que no falta nada (del pueblo) –comentó Madge–. ¿Te imaginas a un hombre adulto jugando con trenes a escala?
–Potencia. –Tyler empujó una locomotora por la vía–. Por eso atrae a los chicos. Los trenes son objetos grandes. Enormes y ruidosos. Símbolos de la potencia sexual. El niño ve el tren corriendo por la vía. Es tan inmenso e inhumano que le asusta. Después, le regalan un tren de juguete. Lo controla. Lo obliga a moverse y a parar, a correr y a frenar. Él lo gobierna. El tren responde a sus indicaciones.
El propio Dick escribió a propósito de este relato: “El protagonista inicialmente aparece como el prototipo del ser humano impotente, pero esto oculta un impulso en su interior que es todo menos debilidad. Es como si estuviera diciendo: "La persona puesta en peligro puede ser muy peligrosa".


Más calado psicológico tiene la obra del escritor inglés Dennis Potter, autor de los guiones del telefilme Schmoedipus (1974) y de su posterior versión para la gran pantalla Track 29 (1988, Ruta 29). El protagonista masculino es un médico que se refugia en su maqueta ferroviaria para no atender a su esposa. La mujer está desequilibrada y lleva una vida tediosa y nublada por el alcohol hasta que llega un joven extraño que dice ser el hijo que tuvo de adolescente y que dio en adopción. Entre la mujer y el joven se establecerá una relación que oscila entre el reencuentro y el incesto. En un momento dado, ella cultiva la fabulación de destruir la maqueta ferroviaria del marido, un acto que sería el contrapunto a una declaración de éste: “Si algo he aprendido bien es que las mujeres y los trenes no combinan”.

Adentrándose también en el terreno de la fantasía, Jaime de Armiñán publicó en 1988 el relato Morse, pólvora, carbonilla y sándalo. Un vigilante del museo de ferrocarril oye como se dispara un viejo aparato de morse y para descifrarlo, consulta un antiguo empleado ferroviario. El mensaje es de un hombre que, a disgusto con el mundo y con su familia, se hizo pequeño, se metió en su tren eléctrico, se dirigió a a Shanghai para salvar a Shanghai Lily y se quedó atrapado en él.


Un cobijo mucho más entrañable es el que ofrece la maqueta del protagonista de la película Rails & Ties (2007, Railes y lazos). Un maquinista de tren arrolla en un paso a nivel el coche de una mujer que quiere suicidarse junto con su hijo, aunque éste puede saltar del automóvil en el último momento. La mujer del maquinista muere de cáncer. Viudo y huérfano superan su dolor y salen de su aislamiento cuando la maqueta de tren del maquinista sirve de lugar de encuentro entre los dos. La afición ferroviaria deviene terapéutica.


Para compensar un panorama tan triste, puede invocarse el relato Train miniature (2012) de Roger Riba, incluido en el volumen colectivo Oséz... 20 histoires érotiques dans un train. Un joven descubre que en los andenes y en los convoyes de la maqueta que tiene su tío en una caseta en el fondo del jardín, unos pequeños seres humanos a escala practican todas las modalidades del sexo. Cuando se acerca más todavía al tren en miniatura, va a parar dentro de él y puede unirse a la fiesta. Cuando el tío muere, él hereda la maqueta y corre a tomar posesión de ella, pero su magia ha desaparecido con su dueño.


En algunos de los casos citados, la maqueta donde se refugia el personaje acaba convirtiéndose en una metáfora del mismo a los ojos de terceros. Le ocurre al protagonista de Track 29, pero veremos casos mucho más evidentes.